BETTER CALL SAUL (2019)


Puede que tengamos esa idea en el principio y puede que la serie no se esfuerce para que nos contéstese ese pensamiento, pero Better Call Saul no es Breaking Bad.  Ni siquiera se puede decir que lo intente, es que de verdad no quiere hacerlo, quiere ir por otras cosas y quiere tener un tono y un ritmo totalmente diferente. De hecho, la serie lo único que quiere hacer es profundizar en Mike, Jim, Kim, Nacho y Chuck de una forma tan compleja que ya podemos ver su actuar y entenderlo sin que ninguno de los personajes se haya confrontado con sus demonios. Quiere contar una historia y le da una importancia a esa suavidad, sutileza y hasta deliciosa parsimonia con la que cuenta extendiéndose en múltiples y delicados sucesos. Better Call Saul es una serie de eventos muy concretos que son tan bien narrados que pueden parecer normales y en donde un espectador no habitual consideraría como pasos que no llegan a ningún lado. Porque en la serie no pasa mucho, pero en realidad pasa demasiado.

Hay matices, y cada uno de los personajes esta creado en esos pequeños colores durante todas estas temporadas, aportando para observar una gruesa exposición de sentimientos, contradicciones y caracteres ofrecidas por un espectáculo de actuaciones increíbles, con miradas profundas y diálogos intensos entre todos los personajes. No es una serie de eventos violentos, sino que absorbe la cotidianidad y la mezcla con la idea de que los personajes quieren explorar sus más bajos instintos y rozar con su verdadera personalidad uno que otro infierno.

Dos factores me ataron a la serie: el primero es entender las razones por las que James se convierte en semejante ser cínico y comprender y justificar sus actos en esa maldad. El segundo es conocer la verdadera naturaleza de Kim, su bondad, rescate de su personalidad y el entendimiento en silencio de esa conversión de Jimmy, no hacia su lado oscuro sino a convencerse de que hay que burlarse de todos los que nunca le han dado una oportunidad. Hay planos de particular belleza, y otras situaciones en donde la humanidad y la rutina también crean peso y conexiones con los personajes. 

La serie no ha causado el impacto merecido, pero tampoco ha logrado aludir a sentimientos profundos en el espectador, si bien es cierto que se queda demasiado en tensa calma, puede llegar a agotar por que no dice mucho cuando se ha reservado esas conversaciones. Durante varios capítulos se vino presentado una confrontación con Kim y solo hasta pasados unos 6 se presentó y no se profundizo. Se reserva para dar, demasiado. Todavía hay momentos de tensa calma y le gusta regodearse con la frialdad de su personaje principal. 

Aun así, es impecable en muchos niveles, aparatosa y densa como si se estuviera leyendo durante un buen tiempo una novela de 1500 páginas. ¿Su ventaja? Entender que es probablemente la mejor precuela de la historia, y además la más valiosa, porque no tengo una idea muy clara de que nos trae el futuro con este personaje, sabiendo lo que pasa en el futuro. 

Hay momentos donde todo funciona tan bien que ni siquiera importa que a algunos personajes no les apliquen maquillaje para reducir su envejecimiento, al situarse la serie en un 2004 del que ya entendemos su distancia. Mientras que Breaking Bad se rodeaba de crisis y confrontaciones, aquí hay más de lenguajes internos, silencios y de identificarse con sistemas de moralidad, abogacía. 

Me identifico con Jimmy, es un rebelde del sistema, un contestatario de sus opresores llenos de tradiciones y moralidades frías. Del método, hablamos después. 

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