BLACK PANTHER (2018)


Se sabía que el encanto del reparto afro se basaría en su felicidad, color y música pero lo que no contábamos era que también en su valor femenino. Hablo mucho de mujeres espectadoras, pero es que aquí es inevitable no ver al elenco de reparto llevarse todas las miradas a punta de carisma, belleza, inteligencia y tino en el lenguaje del guion. Impactantes personajes, emocionales, empoderados.

Es una de esas películas en las que con el pasar de los días y con el flujo de los pensamientos la impresión inicial va mejorando consecutivamente, no por su espectáculo o su emoción de efectos especiales sino por sus momentos emocionales. Si, tal vez creo que el CGI es uno de los peores de la casa o que momentos puntuales del guion resultan  convenientes para la resolución de los conflictos. 

Tiene problemas, la historia no es compleja ni con giros. Pero por primera vez en toda esta horda de películas con muchos personajes por interesarse, recuerdo la emocionalidad de estos en particular y escucho la banda sonora. Nunca estos personajes inmortales me habían tocado fibras humanas y nunca me había puesto a escuchar la música compuesta, por eso mismo: no pasaba nada para embriagarme en ella, para conectarme. Por primera vez son mortales y sensibles y su villano se incluye en este matiz.  

Sin embargo me emociono aún más con cada una las fantásticas escenas paternales de la película, de la muerte de medio metraje, de los encuentros entre los sueños de la pradera y el apartamento de Los Ángeles. De la muerte del atardecer, de las ideas inquebrantables de la familia. Hay emociones que funcionan, hay nostalgia, hay amor, belleza y la perfecta explosión de un drama de una generación nueva corrigiendo los errores de la anterior y por fin alcanzando los sueños de los ancestros. Ahí es donde reluce el vibranium. Ahí es donde la maestría para dirigir escenas de acción con efectos reales brilla a la distancia. Coogler es una voz fresca en un escenario de listillos. 

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