ISLE OF DOGS (2018)
Sobre la mesa no está la
conversación de por qué Wes Anderson es malo, sino el hecho de por qué su forma
de dirigir y por ende gran parte de sus películas tienen muy poca afinidad con mis gustos personales. Soy plenamente
consciente de que siendo un cine de pocos espectadores sus películas siempre
tienen un más que aprobado por los que llegan a verlas y que yo y unos muy
pocos somos indiferentes a sus encantos. No me atrevería a decir que soy un
listillo, ni mucho menos que el señor sea un mal director, no tengo la potestad
para decirlo.
Con Isle of dogs mi sabor de boca
sigue siendo el mismo. Simplemente creo que Anderson, tiene una plantilla y en
esta mete todas las historias que pueda sin importar personajes, sensibilidades
y dolores, éxitos y alegrías. Seduce a los espectadores cuando complace sus gustos
estéticos y familiariza los nudos de la historia con el encanto particular de
las excentricidades de sus infantiles personajes. Es una caja de música que
tiene una forma preciosa y unos detalles del empaque que son encantadores, y
que eso es lo que buscan los espectadores y eso es lo que tienen. Todos a
gusto.
Pero es imposible para mí
conectarme con esas caricaturas, su forma de expresarse, sus sobresaltos de
movimientos rápidos, lo que dicen, sus transiciones, sus enfoques, crean una
capa permanente de indiferencia, pese a de nuevo, el empaque más que precioso
para otros. Creo que mis fantasías no tienen ese ritmo, y mis fantasías no
hablan así. Me gustan las curvas, las inclinaciones las imperfecciones y todo
me resulta demasiado prolijo y simétrico, incluso en el movimiento. Un cuadro
frío de texturas bonitas.
La historia de esta isla de
perros también no alcanza a definirse en la gravedad de un protagonista, nunca
se define quien impulsa la historia y se pierden algunos personajes enfocados
solo a un detalle muy particular: Anderson rellena más de ¾ de película con
puras y excéntricas exposiciones. Algunos tramos encantan en la fábula, pero
más que contármela, déjamela en silencio para entenderla. Embriaga el ritmo,
embriaga la idea, la estética, la bobería infantil pero siempre me desconecta
la capa de indiferencia. He pasado un buen rato, claro, pero creo que no
aguantaría volver a verla. Si la excentricidad y peculiaridad infantil te llena
esto te funciona, si no, va a ser un rato muy largo.
Exposición, movimiento simétrico
rápido en cámara estática, ceño fruncido, plano a la cara, exposición.
Exposición, movimiento simétrico rápido en cámara estática, ceño fruncido,
plano a la cara, exposición. Ahora la pregunta que se hizo en su tiempo con
Burton me inunda: ¿será capaz algún día Anderson de hacer una funcional salida
de su plantilla?
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