A STAR IS BORN (2018)


Cuando el personaje de una sorprendente y carismática Lady Gaga cambia a estrella pop, cuando se deja de contar su historia para interesarse un poco más en el personaje de Bradley Cooper y cuando se cambia la narración normal de pareja, es donde se siente un cambio en el peso de lo que considero la primera mejor parte de una película en este año. Me resulta bellísima esa primera parte, donde se nota la química, la fuerza, la actuación y la magia del enamoramiento entre los personajes. Es puro ritmo, es ganas de contar una historia con tino, con modernidad, con poder y con magia pop. 

Aún así, al final, algo produce la sensación de que faltan más escenas, más perspectiva de la estrella que nace en vez de la que cae; más dialogo y más duración de las escenas, para que con todo el derecho solucione ese puñetazo del final como se debe y saque una verdadera belleza memorable en el espectador. También obedece a una edición extraña, a ese carácter de telenovela, que afecta suavemente para no causar estragos en sus observadores. 

Pero no me mal interpreten, tampoco es que sea un tramo doloroso o aburrido: entretiene al máximo, sublima la actuación de Cooper y plantea muchas nuevas aristas de la modernidad. Si, hace falta mas dolor, menos espectáculo musical aunque logre caracterizarse por una belleza muy comercial, sin experimentación. En lo técnico tiene sobresalientes méritos, como su fotografía sutil y la forma de grabar esos conciertos, los simbolismos y el juego de luces. Qué el conflicto entre los personajes en el tercer acto no se sintiera tan frívolo es tal vez lo único que puede llegar a reducirla y con ello afectar el final. Créanme vale mucho la pena. 

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