ROMA (2018)


La cámara se mueve hacia la izquierda o la derecha partiendo desde un eje, gira o se devuelve. Cada cambio de escena funciona igual con una velocidad en especifico y se detiene para mostrarnos algo. Toda la película tiene una super estructura de montaje intensamente marcada, coreografiada y grabada para que veamos esa realidad desde ese momento y esa perspectiva especifica. Tal vez, se llegue a mencionar que el cine de Cuarón no es orgánico, y que en Roma se siente aún mas esa estructura planeada de storyboard que tanto se ve, en planos e ideas que se mueven en ese paneo. Y es tal la estructura que muchas veces no se ven naturales ni los diálogos ni las actuaciones.

Pero todos esos pensamientos se crean después de ver la película, no estando en ella. Ese sentimiento de que la realidad no es tan coreografiada crea una impresión profunda, las ideas que reflejan la naturaleza mas pura de latinoamerica y el sufrimiento de los apartados, de las mujeres y de los pobres. Roma es un canto a la tragedia de toda nuestra cultura, sus movimientos y escenas son de una impresionante belleza, el juego de luces, el flujo, el principio y el fin y las criticas a todos los estratos sociales. Cada escena es un tramo mas profundo en creerse esta historia, en disfrutar de la luz, en entender la velocidad y las texturas y en sentir una profunda compasión con los personajes. Algunas veces te quita el aliento y otras cuantas se derraman unas lagrimas por lo que pasa y por lo que se ve. 

Pese a toda esa falta de naturalidad y libertad más histrónica y menos contenida, el trabajo de Yalitza Aparicio y su mirada junto a la soltura en este caso de Marina de Tavira se llevan toda la atención y el impacto emocional. El tercer acto me parece increíble y el cierre hermoso como ninguno. Tal vez la producción mas abrumadora de Mexico  y una película a la que hay que tener la cara muy dura para atacar. Todo funciona, todo lo técnico es de una potencia increíble. Véala. 

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