YO SOY BETTY, LA FEA (1999-2001)




Betty La fea tiene algo muy particular de lo que muy pocos caen en cuenta. Trascendió a millones de hogares en el mundo y se convirtió en un fenómeno global mostrando una fotografía instantánea de la Bogotá de los dos miles. No hay muchas fotografías de ese espacio tiempo tan particular y no hay una tan compartida y mejor tomada. Y ahí, me veo reflejado.Están los cortes de mis profesoras jóvenes de secundaria, la ropa, el maquillaje, el pensamiento tan conservador y mojigato, el clasismo de la sociedad bogotana, el trato a los gays, el comportamiento en la oficina, el mensajero con el peinado típico del sur de la ciudad. Los estándares estéticos que hoy hasta siguen vigentes y el lenguaje tan bogotano que convierte en estereotipo todo lo que llegue a la ciudad proveniente de otras partes. Se ve el sur y el norte, se ven los conflictos entre clases.

Ese es el logro más significativo de lo que sea el producto audiovisual nacional más exitoso de la historia. No es solo reconocer a Colombia, es reconocer a Bogotá y todo lo que nos ha rodeado y he visto de nuestra más profunda idiosincrasia. Son también ejemplos de eso las ocurrencias del guion y sus personajes. Betty la fea es una tragicomedia absolutamente colombiana que bebe directamente de vernos reflejados, por lo que no resulta tan raro que en otros países que tuvieran costumbres diferentes no hubiera funcionado tan bien, esas costumbres son las protagonistas de esta aventura más allá del amor de princesa de hadas convertido en parodia. No dudo por un minuto que la novela es adictiva, sigue siendo refrescante y creativa y pasan muchas cosas en el otro reflejo de las clases sociales que son las oficinas y sus dramas exagerados.

Como fotografía le han pasado los años encima y es una virtud. Me ha permitido saber cuánto tiempo ha pasado, cuantas tendencias han corrido y que es lo que soñaba cuando era niño y veía la serie en televisión. Soy consciente de mi edad y de dónde han estado las horas que he regalado en la vida; soy consciente cuando veo en la cara de Jorge Enrique Abello el tiempo reflejado y el deseo intenso de seguir cumpliendo los sueños que tenía, porque el tiempo no deja de correr, porque me envejezco, porque Ana María Orozco no fue eternamente joven y porque Stefenia Gómez (Aura María) era menor cuando actuaba en esa novela de lo que hoy soy yo. Y ella, era la imagen que tenía de las mujeres adultas, de lo que hoy son mis contemporáneas.

Sin embargo, en las desgracias que lleva el tiempo también implica ver los errores del pasado. La novela, hace muy exagerados sus dramas y lleva la sobrerreacción de las situaciones a limites insospechados. Falsifica las emociones exagerándolas, quitándoles valor por la parodia. Y eso no es todo. Cuando los de RCN (productora y canal donde se transmitió la novela, dueña total de los derechos) se dieron cuenta del éxito deciden tomar una medida que perjudica la serie y hasta la desnaturaliza por completo: sufrió un detestable alargamiento y lo que concebíamos como un final satisfactorio en términos de la narración que llevaban hasta ahora, se deja llevar por darle placer al espectador, sin contar nada realmente. No se puede llegar a defender una novela, pero pasa a show en un abrir de ojos. Betty pierda toda cohesión narrativa y se modifica para ser algunas veces actriz de reparto, las relaciones se dan como beneplácito del espectador, lo que se murmuraba alrededor era obligado para meterlo por Fernando Gaitán su escritor. 

Las escenas son aún más ridículas, alargándose entre miradas que se devuelven y se reflejan muchas veces, escenas terminadas en silencio por varios segundos, una edición pésima de la secuencia de eventos y hasta planos de fotografía desenfocados y perdidos. Más allá de meter la historia en una plantilla de novela, se rompe y se exageran los marcos de referencia de esa plantilla. Hay publicidad en exteriores, hay cameos, hay referencias perdidas. No se le pide mucho, no es cine, pero una vez expuestas todas sus características se observa con facilidad como rompe sus propias condiciones. 

Mis descubrimientos no terminan ahí. Más allá del éxito reflejándose y burlándose de la sociedad bogotana, del carisma de los actores, de la creatividad del escenario es ver con la edad lo retorcido de las acciones de todos los personajes y del total machismo. Betty la fea no tiene ningún buen personaje masculino: Nicolás Mora que antes consideraba un héroe, es un sociópata que refleja como los estereotipos de sociedad sobre las mujeres le calaron fuerte, como don Armando que es el "príncipe azul" sufre de egolatría, manipula emocionalmente a todos los demás personajes hasta sus padres para satisfacer su ego o como Freddy solo se aprovecha y le habla a Aura María. Daniel Valencia, el villano de la historia al final es el único personaje medianamente coherente durante todo el desarrollo, el que tiene las mejores justificaciones y el que me parece más realista sin dejar de ser "malo".

También es increíble reconocer que el verdadero villano de la serie es Mario Calderón, el personaje más ruin y el alfil del rey con lengua de víbora que aconseja y manipula por simple placer y un cinismo increíble. El duelo de actuaciones entre Abello y Ricardo Veléz son lo mejor.



Betty la fea es una novela que paso de novela, a show, de magazine de crítica social a parodia y reflejo de lo peor que éramos y que somos cuando la alargaron. Pero llevada con un ritmo y unos eventos deliciosos para reflejarnos, para crear un lazo con las imperfecciones de los personajes. Un estímulo del morbo social de pueblo pequeño para observar con agrado su único logro: transformar algunos de los personajes en algo mejor y ver ese cambio pese a que el trayecto tenga algunos  baches. Ver con agrado que dejaron sus manías, que el roce de la oficina y los tiempos de crisis nos pulen en algo mejor. Creo que es necesario verla desde la vista de los años que corren, que es necesaria una lectura feminista de la que no tengo mucha autoridad para hacer, y verle sus logros en la narración del cuento: comedia que hace reír, interés por la diversidad de personajes, dramas realistas por el fracaso de una empresa donde trabajamos y el ascenso de una mujer de estrato medio. Una realización del público mayoritario de aquella época. 

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