AD ASTRA (2019)


Ad Astra es aburrida. Podríamos reducir su ritmo, su tranquilidad y su parsimonia para contar su historia en eso: aburrimiento. Confía demasiado en sus virtudes visuales, en la voz en off de Pitt que ofrece una actuación sobrada y tranquila, siendo por primera vez más expresivo de lo normal.

La película falla en darle emoción a sus tramos, a justificar bien sus acciones, a solidificar los sentimientos de abandono paternal entre la relación del protagonista y su padre, en dimensionar la escala del problema para la humanidad. Pero, aun así, llevando las cosas con su detenida edición y narración consigue un algo muy extraño en las demostraciones de autor de su director James Gray. Se le ve su estilo, se le ve su gracia. Aquí el espectador debe tener una especie de prejuicio de sus formas para degustar como dice sus cosas: si el espectador está tranquilo funciona muy bien, pero eso recae en la responsabilidad del director que falla en no saber manejar la idea. No es solo eso, es además el hecho de que construye mucho en el viaje personal y en la odisea espacial y el encuentro con el padre, un reservado Lee Jones, llega a verse forjado, inverosímil, como si fuera un personaje muy poco creíble, en su sobrevivencia y convicciones. En ese encuentro es donde más sufre la película. 

Lo otro valioso, es que en algunos tramos la estética, el modernismo ochentero, la perspectiva de los viajes espaciales y la fotografía, dotan de una sensibilidad y belleza el conjunto, es demasiado bonito lo que vemos en pantalla y como lo vemos y el segmento de la luna y su batalla es sin dudarlo la mejor escena de lo que llevamos de año. Estilo, potencial visual y tensión.  Es una película de autor, pero se vende como algo más comercial con una sensibilidad más íntima modificada por el estudio que quiso ver en Pitt algo más de plata. De todas formas, pese a ese objetivo Ad Astra se queda en el espectador durante semanas hay cosas que funcionan muy bien aquí.

★★★

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