PHANTOM THREAD (2017)

Me queda muy difícil hablar de Phantom THread porque cada día se va consolidando el hecho de que es lo más amigable con el espectador de Paul Thomas Anderson. Pero no me mal interpreten, ha logrado popularizar su lenguaje sin dejar de hacerlo igual de efectivo hasta el punto de que se convierta en mi favorita de uno de mis directores favoritos.  Y siendo así de amigable o abierta sus ideas son perversas, durísimas y potentes y el resultado final es una degustación de lo que es un reflejo por fuera del cliché de “película tan ridículamente hermosa” por qué alcanza la más grande belleza en los traumas, rarezas, daños psicológicos y perversiones de una pareja y sobre todo o realmente en el amor que se tienen.

El amor que tienen estos dos personajes que es literalmente ponzoñoso y venenoso, como si ambos fueran los brutales antagonistas, comprueba la diversidad en la que se presenta el amor y el manejo que le tiene su director a controlar el guion y la actuación de Daniel Day Lewis que es un monstruo que lucha con su amada y musa. Y su musa que viene a confrontar a un señorito delicado, frágil y autoritario. Un duelo de amor y odio, en un marco donde todo pierde la cabeza, lleno de escenas muy claras y un ritmo que es inquietante, misterioso, delicado, suave y estimulante. Se siente larga, hay tramos de Anderson donde todo es denso, y el espectador no resiste, pero es imposible dejar de captar detalles y colores. ¿Pretenciosa? Por supuesto, pero sus pretensiones las alcanza. De verdad que la belleza que emana algo así es de tener una experticia en saber lo que cuenta con matices, escenas simbólicas y un paso del tiempo que la convierten un clásico del cine, incluso algo subestimado, lleno de una fotografía como si fuera un viaje del tiempo, un casting, música, escenografía y actuaciones magistrales. 

Me atrevo a decir que Anderson es el director más importante de la historia que vive por fortuna, en nuestro tiempo. Y le gustan las películas de Adam Sandler. 

★★★★★