1917 (2019)


La cámara parte y termina con Sco, la película no deja de mostrarnos su protagonista, no deja de sonar la música, no deja de sentirse ese ambiente de tensión puesta por la escenografía al aire libre y las actuaciones. Se toma su tiempo en enseñarnos que quiere jugar con la cámara, quiere que seas consciente de lo que pasa, no del tiempo en el que ocurre la historia y de la toma de la fotografía sin descanso. La inmersión es increíble y la preocupación por los personajes va trascendiendo. Se le nota su estructura de niveles, de capítulos, se le notan sus descansos y se nota aún más, cuando arranca, cuando el espectador se toma un respiro y de repente vuelve a empezar con un agobiante “aquí vamos de nuevo”. Es increíble cómo funciona este monstruo técnico, como hablan las imágenes por si solas y como la demostración física de George Mackay un pelado pelirrojo, alto, fibroso, expresivo ha pasado como si nada delante de todo el mundo. Es un joven que tiene que tomar buenas decisiones para que se convierta en la estrella que está destinada a ser. Su actuación aquí es formidable, solito lleva una película, no habla mucho, hace mucho caso, se deja dirigir, y hace lo que le han propuesto como ese soldado que interpreta. Admirable. 

En anteriores criticas mencionaba la palabra esquematizada, este es el reflejo perfecto de una película planeada hasta el mínimo, incluso aveces, se le ve “el plástico” pero es una película en el que se crean conexiones naturales, espontaneas. Es el andar de un storyboard. Es épica, es contemplativa, es hermosa, a veces demasiado mecánica lo que tal vez sea el lastre para algunos ante su falta de naturalidad. Pero demuestra luego que el lenguaje del cine que habla con imágenes que imprimen emociones con el gusto desbordado de Roger Deakins, en este laboratorio de teatro, queda impregnado en el espectador.



Y finalmente escuchando la banda sonora de Thomas Newman, toda esa planeación rinde frutos. Mendes nos lleva al pueblo con las bengalas y el incendio. Allí, llegas a pensar, en ese minuto cuando Sco sale a atravesar la ciudad que: “No he visto algo más impresionante y hermoso en el cine en mi vida” ese juego de bengalas que caen, esas sombras, ese fuego intenso y esas postales que son el culmen de su director de fotografía. Las sombras se mueven entre las ruinas, un tercer acto en el que sabes que tienes que comprar esta película y quedarse para siempre en tu biblioteca, para revivirla de la mejor forma posible porque estas imágenes, estos sucesos, este viaje y esta brutal misión debe quedarse contigo. Qué emocionante jugar así, tener el talento para jugar con ese dinero y narrarnos una historia con este enfoque, que bebe muchísimo de los videojuegos. Ha apelado en todo lo increíble, es un logro técnico y visual con un centro sentimental. Mendes es mi director favorito. 

★★★★★

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