JOJO RABBIT (2019)


Es un tono rarísimo de ver: algunas veces asumimos que esta comedia e ingenuidad es la perspectiva del niño que ve la realidad de esa forma y en otras, la realidad tan cruda es así, sonando a contradicción narrativa que a veces funciona y a veces no tanto como se presume. De igual forma el espectador siempre está riéndose y llorando, encantándose y entristeciéndose. Es extraño, porque alcanza un grado de ñoñeria también contradictoria con su tono inicial socarrón de tintes de Wes Anderson .

Misteriosamente la habilidad cómica recae en Hitler y su incorrección política, el encanto en Jojo y Yorki, el amor en Scarlett Johanson y el drama en una solventísima Thomasin Mckenzie que sostiene toda la película porque el espectador sabe que esa parte de la realidad si se puede afectar y dolería perderle como se pierde al final cierto personaje. El tono de ingenuidad infantil, de niño grande de Waititi logra sacar adelante una idea incorrectísima, porque en el principio uno piensa que no debería hablarse así del holocausto cuando en realidad es una sátira, un juego en un formato rebelde que funciona con un encanto increíble, una fábula infantil enmarcada en un lenguaje cómico con el peor de los escenarios posibles en el exterior de la mente de Jojo.

Sus lastres se basan en que no funciona el personaje de Rebel Wilson, porque sus chistes están en un contexto diferente y a veces la película se toma unas cuantas ligerezas que pueden romper la credibilidad de su mundo. Igual al final, solo al final, es un entretenimiento que tal vez no dure semanas pero que va solidificando las ideas y el tono cómico de su director interesado en que el espectador tenga un sentimiento embriagado de cariño aunque en lo personal la vea demasiado "suavecita.

★★★

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