MIRAI, MI HERMANA PEQUEÑA (2018)


Siempre huele a que tiene capítulos, a que esto es un manga condensado en dos horas y media y que, pese a que el actor de doblaje es muy grande para la voz del niño protagonista y el niño protagonista es demasiado pequeño para tener esas perspectivas (falla en hacernos creer el aprendizaje de un niño tan pequeño)  hay una belleza demasiado singular en las moralejas y construcciones de esos eventos.

Hay una belleza en el significado de la familia, en los rasgos que vamos mejorando de nuestra personalidad y en la conexión formada de nuestras madres, hermanos y nosotros mismos. Algunas veces las ideas que presenta no importan, sino que son aceptadas con mucha emoción por su impacto visual y otras estimulan el niño interior del espectador. Algunas cosas son aburridas y manipuladoras pero la cronología es fácilmente entendible y la animación va entrando pese a la naturaleza tan japonesa de las cosas. El final, ese cierre, esas conexiones de vida son tan peculiares y sus detalles inolvidables construyen una película que puede tener detractores pero que funciona y que recuerda demasiado a Digimon y lo bonito que tenia esa serie. En lo técnico no hay muchas cosas por decir, más allá de los vuelos creativos de la animación, pero los escenarios se llevan todas las atenciones y la memoria.

★★★★

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